La realidad no se responsabiliza por la pérdida de tus ilusiones.

30.12.10

Una de mis 13 mujeres.

Creí que tenía algo para decir. Será la paz que me provoca el humo de cigarrillo mientras se consume atrapado entre mis dedos, el silencio ahora tan preciado de la noche o la tranquilidad que últimamente las mancuspias adoptaron sin razón aparente (mentira), que me robaron las palabras y los sentimientos extremistas. Quizás sea también por el pronto final de otra eternidad infinita, tan eterna e infinita como lo es un pucho o una canción. Tiendo a pensar que el por qué no es necesario, sino la sensación, y es de vacío, de abandono por parte de la inquietud. Se fue sin decir nada, me acompañó durante muchos meses y en el despegue mis pies parecieron estar más sobre la tierra que nunca; falló la teoría tan detalladamente explicada donde declaro que el único equipaje aparente será mi atormentada cabeza.
No puedo evitar ese miedo que me provoca poder estar simplemente disfrutando de esos tres segundos de ignorancia que se te brindan al despertar y abrir los ojos lentamente.

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