La realidad no se responsabiliza por la pérdida de tus ilusiones.

20.12.10

Pensándolo bien.

Tengo seis lunares que duermen graciosamente en mi muñeca, y no los conocés. Te gusta jugar con mi pelo y no sabés que eso me eriza la piel. A veces pienso que quizás está bien porque de una manera o de otra, yo sólo te haría mal.
Hace tiempo que no hablo ni tengo a quien oír. Hay noches que se vuelven años, y días que se transforman en miel; solía reconfortarme el pasto y los cielos de azúcar, ahora no puedo sentir siquiera el abrazo de la lluvia. Hay mucho ruido, sabés? ruido que rasguña las paredes de mi mente, y no te puedo escuchar. Creo que con el tiempo mi cuerpo decide ir apagándose lentamente.
Cada mañana es una más lejana de la tarde en que morí, porque no niego que una parte de mi dejó de ser mía, se transportó al pasado y no continuó acompañándome; sólo lo necesario para renacer, pienso. Pero mientras más me distancio menos me reconstruyo. Es algo así como un castillo de cartas; no sé si podés entender, está demasiado claro para mi.
Pero aún así te alcanzo una hoja que puedas remendar y a simple vista leer mientras mi cabeza lucha contra un universo que no puede ser ordenado, para que así te sientas bien y yo no me sienta tan mal.
Ni los lunares, ni las hojas, ni mi pelo, ni mi piel son suficientes; falta el aire y mis pies perdieron contacto con la realidad, mis ojos no te ven, no ven nada. No te voy a mentir, las yemas de mis dedos solían poder sentirte a veces, no sé cuándo dejó de pasar.
Sé que en algún momento se apagará mi cerebro, el último mecanismo necesario y podré volver a dormir en el pasto, sentir la lluvia, peinar tu pelo, y ver cielos de azúcar.
Mientras tanto,
sólo te haría mal. Es mejor así.

No hay comentarios: