La realidad no se responsabiliza por la pérdida de tus ilusiones.

15.3.11

Desplumarte también.

Que se te caiga la cara y la lluvia rebane tus tripas. Que tu piel se seque hasta dejarte sin una gota de sangre y luego se vuele a otra vida. Que se pudran tus pulmones, se desgarre tu cerebro y vomites tu propio estómago. Deberían cortarte las manos y los pies, dislocarte las rodillas y luego los codos, rebanarte los restos de músculos pegados a los huesos, para después quebrarte las costillas una por una. Que tu garganta sea lo último en ser mutilado para así poder escucharte gritar, y no sacarte los ojos hasta después para que seas espectador de tu propia muerte y derrames lágrimas con sangre a montones. Al final y sólo como última necesidad, arrancar con pinzas tus córneas, cortar tus párpados y cocer tu boca.
Habiéndote despojado de cada parte de tu organismo haciéndote sufrir, quedará tu corazón. Será el último órgano subsistiendo en base a nada, solitario en lo que alguna vez fue tu cuerpo y tu armadura de asesino. Bombeará con dificultad y peleará por unos segundos más, pero le será imposible latir. Tan trágico como quien fallece crucificado, dejará de funcionar por sí sólo.
Y al transformarse en un insípido pedazo de carne sin nada que ofrecer, se lo daré a las aves de carroña que ya se hicieron cargo del resto de vos.

No hay comentarios: