La realidad no se responsabiliza por la pérdida de tus ilusiones.

30.11.10

WWIII

Las vendas para los ojos y los calmantes de la mente se han vuelto malas costumbres. Pero nunca dejé de ser consciente de por qué había llegado a éste punto en mi vida. El antagonismo que encuentro entre mi cabeza y mi corazón imposibilita llegar a conectarlos de una vez por todas, para así poder dar soluciones útiles que ayuden a calmar la ansias de las mancuspias. Los gritos desgarradores y los llantos son tan agudos que sólo encuentro paz cuando subo el volumen de la música para que las voces no me lastimen más.
Un martes él me dijo que deje de buscar soluciones, y en su lugar encuentre acuerdos. Acuerdos entre mis dos órganos principales. La diferencia central yacía en que de ésta manera los dos tendrían que ceder algo para que la estructura en su totalidad pudiera seguir funcionando, porque de otra manera ambas seguirían perjudicándose hasta que yo decidiera tocar el interruptor y cortar la energía. Pero él no entendía. No sabía que cada día que pasaba éstos malditos animales gritaban más y más, volviendome más loca, más distante de la realidad, más cambiante, más sensible. Con gritos no se puede pensar. Con lágrimas no se puede arreglar nada.
Mi vieja siempre lo decía en casa, cuando yo era más chica, 'todo el mundo sabe qué deberías hacer, de afuera es tan fácil'. No lo entendía realmente, en definitiva ella misma me decía a mi qué podía y qué no hacer. 'El ser humano nació con un título de crítico en una mano y un espejo en la otra', eso es lo que voy a decir yo y lo que mis hijos no van a entender cuando retumbe en las paredes de casa. ¿Cómo puede saber él que mi cerebro está en condiciones de ceder racionalidad y mi corazón de ceder subjetividad? ¿Cómo puede creer que soy capaz en éste punto de crear un puente entre ellos nuevamente? Pueden estar muertos, sin vida, gangrenosos y putrefactos. Creo que ya hasta afectan mis pulmones porque se volvió habitué no respirar. Imbécil. No es fácil, no es factible, no va a suceder.
Comienzo a armar la teoría de que la gente se sonríe cuando te ve llorar porque son ellos los que están bien. Y ésto deriba en la necesidad de buscar un abrazo cuando caen gotas de agua salada de mis ojos, pero me abstengo para no ser la patética que depende de alguien; de ese alguien que esconde una maniática satisfacción por verte mal y el abrazo es pura pantomima, porque en ella vivimos. Lo que llamamos 'vida' o 'realidad' es una obra de teatro. Jugamos con el papel de bueno pero detrás del maquillaje, el rimmel y delineador somos todos animales de circo, mounstrosos depredadores regidos por la regla de aprovecharnos del más débil y vivir (exacto, no sobrevivir, sino vivir) a costas de él.

Ideologías, gustos, principios, ¿de qué mierda me sirven si al final del día las mancuspias siguen ganando en esta guerra civil que se desata en mi cabeza?

3 comentarios:

. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
. dijo...

el hombre es lobo para otro hombre, decía Thomas Hobbes hace algún tiempo- lo digo porque me sonó tan así la última parte del anteúltimo párrafo. En fin.

godoshita dijo...

sinceramente, DETESTO la gente que disfruta cuando uno está mal... pero más odio cuando uno está bien, y esa gente, al no poder soportarlo, no hace otra cosa que molestar tu felicidad momentánea poniendo cara de culo ¬¬