La realidad no se responsabiliza por la pérdida de tus ilusiones.

9.1.11

Random

Suelo decir que no creo en señales de la vida, pero ésto puede generar que empiece a compartir la afición de moverme a partir de hechos que, al contrario de ser casualidades, son compuestos por andá-a-saber-quién para alertarte acerca de andá-a-saber-qué.
Básicamente no me causa ninguna gracia que todos los cigarrillos de la suerte referidos a vos nunca lleguen a ser fumados correctamente.
No kiddin', ni uno.

1 comentario:

Fede dijo...

Cuando leí este post se me vino a la mente esto. Capaz te gusta.

Crónicas Del Angel Gris (Alejandro Dolina)

CARLOS Y AMELIA:

El primer corazón lo encontró pintado en la pared del frente de su casa. En su interior, entre firuletes, se leía "Carlos y Amelia". Aunque se llamaba Carlos no se dio por aludido, pues no conocía ninguna Amelia. El segundo lo impresiono un poco mas. Estaba dibujado a dedo limpio en la vidriera del bar "Tío Fritz." Al tercer corazón comprendió que el asunto lo concernía. Se le apareció de repente al despegar del ropero una foto de Laura Hidalgo. Después empezó a encontrar corazones por todas partes: en el baño de la cancha de Velez, detrás del almanaque de una tintorería, en un cuaderno viejo y en un árbol de la plaza a una altura impracticable para cualquier enamorado.
No le costo nada sospechar algo prodigioso. Ninguno de sus amigos tenia ingenio ni tesón para una broma semejante. El ultimo corazón se presento en un barrilete que acababa de arriar y que carecía de toda inscripción al ser remontado. Lo habían dibujado en el cielo.


Días mas tarde, Carlos conoció a Amelia. Era hermosa pero triste y fría. Ahorraremos tramites literarios si decimos que se enamoro de ella. Averiguo donde vivía, fingió encuentros casuales, trato de interesarla de cien diferentes maneras. Finalmente le confeso su amor, suplico, se humillo, pero la mujer no le presto atención.


No debe haber existido jamas un rechazo tan inapelable como aquel.
Después ya no aparecieron nuevos corazones. Carlos no vio a Amelia nunca mas, pero por su culpa envejeció sin amores. Un día supo por una bruja que el Angel Gris prepara estos sucesos para que algunos privilegiados vivan la rara experiencia del amor imposible. Y una tarde, paseando frente a la casa abandonada de la mujer terca, descubrió la borrosa sombra de un corazón pintado bajo la ventana. Entre firuletes se leía "Amelia y Ernesto."