Caños, mi cabeza se llenó de cañerías. Tubos que transportan alquitrán y crean este dolor casi insoportable. Este líquido haciendo presión en mi cerebro luchando por salir a borbotones por mis ojos y oídos. Y contamina, termina fluyendo a lo largo de las venas y arterias, afectando a cada rincón, creando esta situación casi irreversible; un cuerpo a desechar. La temperatura exterior baja, y sigue bajando, pero adentro hierve. Esta sustancia viscosa viaja cada vez más rápido y quiere filtrarse por los poros. La piel late, no deja que me desangre.
Pero no me protege, sólo prolonga esta necesidad de abrirme y limpiarme que no puedo lograr, estoy encerrada en mi propia fábrica de ideas.
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