Cada vez se hace más notorio lo susceptible de mis emociones a cambios radicales en un período de pocos minutos.
Soy consciente de que últimamente vivo en un pozo, pero de vez en cuando unos pocos rayos de luz iluminan el agujero y me hacen olvidar, por un tiempo nada más, que me falta escalar mucho, que esta batalla recién comienza.
Pero lo que es aún peor, me encuentro siendo esa persona que siempre aparté de mi camino: la que vive con un cronómetro, pendiente del final, creyendo obligatoria la distancia a formarse.
Hoy, por sólo unos segundos, dejé volar a mi mente más de lo normal y lo único que conseguí fue pensar que en realidad no estoy compuesta de nada, que no me destaco de ninguna manera y que mis pensamientos son tan mediocres como los de quienes no pueden ver más allá.
Que fea sensación.
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