La realidad no se responsabiliza por la pérdida de tus ilusiones.

3.7.11

Violeta vacío

Caminaba rápido para poder estar lo antes posible en mi cama y aún así me torturaba la idea de quedarme sola. Hacía tiempo que mis paredes intentaban acobijarme y no lograba llegar a casa.
Todo se sentía en cámara lenta, el murmullo de la gente, como un eco entumecido llenaba mi cabeza y mis oídos; actuaban de música de relleno para la obra maestra de las bestias, que habían tenido más que suficiente esa noche para alimentarse durante días. Sólo era posible distinguir sus dientes masticando palabras hirientes, paredes del castillo que acababa de caerse y a una anciana, que me era imposible entender de dónde la conocía, recitando gritos de inconformidad.
Se sentía como una Capital Federal en mi cabeza. Un pequeño infierno donde no hay tiempo más que el que se escapa en los suspiros y abundan las preocupaciones por el mañana que inevitablemente asomará su desagradable cabeza cuando cada latido sea superado por el anterior.

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