La realidad no se responsabiliza por la pérdida de tus ilusiones.

17.6.11

Eterno otoño.

Los eruditos recrean días con climas de acompañamiento, cuando más sola me siento. Con cada gota que cae al suelo suena una golondrina que entre llantos me recuerda cuánto te quiero y que no estás cerca.
Estoy acá, pura y destruida, tirada en la nueve de julio casi dormida. La coraza de metal, plateada y bien pulida, no deja que el frío penetre más allá de mi piel. Mis huesos no sienten la sombra del viento mientras los ojos me arden, llenos de moléculas que pertenecen al aire.
Las ruedas desaparecieron, al igual que los ruidos fuertes y los suspiros densos. Pero las nubes continúan dejando caer mis lágrimas sobre el asfalto. Utilizo un poco de fuerza para levantar la cabeza cada vez que creo escuchar tus pasos como ecos lejanos de calles desconocidas. Pero nunca sos vos, y en realidad estás en la esquina, sentado, mirándome dormir.

Convidame un cigarrillo y llevame a casa, que entre sábanas siempre te siento mejor.
Con cada gota me das un beso. Que no pare nunca de llover, por favor.

No hay comentarios: